No había manera de perderse el camino desde tu cama hasta mi sonrisa, que me quitaste en tu cocinita diminuta. Ahora sigo y ando por las esquinas de mi habitación; con el cuadro siempre testigo que le di cuerda a mi reloj, que llegaste como el genio en su alfombra. Y al final yo también quise que fuésemos dos.
Quise que fuera el truco usual con el cual se ve el bosque girar alrededor de ti; pero yo no te llevé hasta allí. Hubiese corrido al saber que no abrirías la cajita de donde nada sale y nada entra. Estática. Como la piel erizada de una gota de sangre, como la cicatriz de mi ojo.
Evadí las costumbres de las mañanas lluviosas, los ritos del espejo, la hidratación, y también salir a ver el sol vestirse de luz en cada gota. Un acta de derecho jovial en mi archivador, dada a un rumor que siguió vigente, haciendo más repudiable despedirse del dolor que invitar la felicidad. Y ya no me digné a mirarte. Vendí por expectativas los hierros de mi voluntad, pero el tiempo me robó la mirada. Ya no quise remeter lo comido por lo servido, como si al fotografiar la solemnidad del deseo se sintiera un abrazo calido a los huesos. La inspiración y la necesidad me hicieron más acérrimo al café y a la cafetera.
Luego llegaste a los contenes donde la impertinencia de la imaginación interesada lleva la contraria. Te dolía saber que no me quedaría siendo umbral, puerta, bisagras, clavos. Y me llevó tu grito al lado opuesto porque no quise dolerte más. Habilité mi yo de emergencia al despedirme de sentirte ajeno, de las frases de sangre azul que se vierten dentro de los frasquitos de perfumes vacíos y olvidados en los sótanos. Derrote el movimiento lejos de los secretos, de tu gente encumbrada, y me arrimé solícitamente a mi soledad.
Entonces fui ancla y eslabón, capricho y guerra, dedo y anillo. Descubrí la trayectoria del zarpazo y la reemplacé con mi voluntad. Deseé ahogarme en un beso sentido, apostando contra la razón. Vine con la bocanada de un nuevo amanecer personal. ¡Mis labios rompieron en canto como el viento ondea las banderas! Deseé yo, y entonces lo fui todo…completo. Sin saber querer más que ayer, si queriendo olvidar; recuperé mi reloj, mi hula-hóp, y mis discos de baile de salón. Sin arrastrar una huella larga y una corta con punto y final, como el caminar de un cojo. ¡No! Ya no. Quizás conozca otras lagrimas…ya recuperé mi sonrisa.
Saturday, December 02, 2006
Oda de tu y yo
Labels: By Jo Cruz
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