En la vida hacemos cálculos y decisiones y vivimos hoy por mañana, ayer por hoy. Y casi siempre terminamos ganando lo que nos propusimos, como si fuera un juego. Nos enorgullecemos de los logros ajenos, hacemos fiestas privadas y de concurrencia interna; y al acercarnos a los momentos cruciales cuando sabemos que nuestro éxito es inminente, nos acoge la emoción. Aun cuando hacemos las cuentas de nuestras decisiones y los ajustes nos dicen que vamos a perder, no nos desilusionamos, sino que lo asumimos y reintentamos nuestras hazañas repetidamente hasta lograr nuestro objetivo.
Pero es cuando pasa la perdida que no asumiste que el juego parece perder
todo sentido. Cuando la perdida es irreparable y nos paso inadvertida como
una golondrina en la noche, de la cual solo oímos su grito cuando ya esta muy lejos y muy oscura la noche para siquiera intentar ver donde estuvo su trayectoria. Son esos los errores de cálculo -o falta de ellos por ignorar uno ciertas cosas de la vida, que nos dejan un vacío que usualmente nunca se llena. Un gran espacio que reducimos a una esquina tenue de nuestro corazón, pero que siempre se deja ver en nuestras mentes y nuestras consciencias, para no dejarnos olvidar de las personas queridas, los esfuerzos en nuestras carreras, los sueños que perseguimos, los sacrificios ajenos, los golpes inmerecidos del querer, y de las pasiones. Y entonces me pregunto yo: ¿cuál será mi juego? ¿Jugare para mi y los que me rodean por cosas de hoy?
Esto no es una nota de incertidumbre, sino de dedición. Una declaración indescriptiva de las acciones que nos mueven a vivir. Y lo que deja la vida...muchas mañanas, días bellos atardeceres preciosos y noches memorables. Mares y cielos imponentes que nos hacen sentir inmensamente reales...y algunas lagunas que nos recuerdan que no llegamos a este mundo riendo. Que para reír fuerte, hay que saber llorar.
Pero es cuando pasa la perdida que no asumiste que el juego parece perder
todo sentido. Cuando la perdida es irreparable y nos paso inadvertida como
una golondrina en la noche, de la cual solo oímos su grito cuando ya esta muy lejos y muy oscura la noche para siquiera intentar ver donde estuvo su trayectoria. Son esos los errores de cálculo -o falta de ellos por ignorar uno ciertas cosas de la vida, que nos dejan un vacío que usualmente nunca se llena. Un gran espacio que reducimos a una esquina tenue de nuestro corazón, pero que siempre se deja ver en nuestras mentes y nuestras consciencias, para no dejarnos olvidar de las personas queridas, los esfuerzos en nuestras carreras, los sueños que perseguimos, los sacrificios ajenos, los golpes inmerecidos del querer, y de las pasiones. Y entonces me pregunto yo: ¿cuál será mi juego? ¿Jugare para mi y los que me rodean por cosas de hoy?
Esto no es una nota de incertidumbre, sino de dedición. Una declaración indescriptiva de las acciones que nos mueven a vivir. Y lo que deja la vida...muchas mañanas, días bellos atardeceres preciosos y noches memorables. Mares y cielos imponentes que nos hacen sentir inmensamente reales...y algunas lagunas que nos recuerdan que no llegamos a este mundo riendo. Que para reír fuerte, hay que saber llorar.
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